Vuelta a la elegancia
La década de los 50 fue un periodo de contraste. La moda experimentó un renacimiento de la elegancia, la feminidad y la sofisticación, impulsada por un creciente optimismo económico y social. Durante esta década se volvió a la opulencia y el lujo, mientras el cine dictaba tendencias a nivel mundial.
Moda femenina
El cambio más significativo en la moda femenina de los años 50 fue la consolidación del «New Look» de Christian Dior, lanzado en 1947.
Este estilo se convirtió en el emblema de la década, con vestidos que destacaban la figura femenina de manera sofisticada y muy marcada. La silueta era elegante y exageradamente femenina: una cintura estrecha, faldas largas y voluminosas, y escotes suaves que acentuaban la delicadeza de la mujer. Las faldas a la altura de la rodilla, con capas de tul o crinolina, le daban a las mujeres una apariencia de «reina de la casa», que en cierto modo simbolizaba los ideales de la época: belleza, modestia y refinamiento.
Además de la silueta estructurada, los colores también jugaron un papel importante. Los tonos pastel, como el rosa suave, el azul celeste y el lavanda, fueron muy populares, junto con los estampados florales que reflejaban un aire fresco y optimista, en contraste con la austeridad de la guerra.
Década marcada por el cine
Hollywood tuvo una influencia clave en la moda de los años 50, ya que las estrellas de cine como Audrey Hepburn, Marilyn Monroe, Grace Kelly y Elizabeth Taylor se convirtieron en símbolos de estilo y elegancia. Las mujeres imitaban los looks de estas actrices, quienes en las pantallas de cine llevaban vestidos elegantes, trajes de cóctel y una estética muy femenina.
Marilyn Monroe, por ejemplo, popularizó el look de la «chica curvilínea» con sus vestidos ceñidos a la figura, mientras que Audrey Hepburn encarnaba una feminidad más sutil y atemporal con sus vestidos simples, de líneas limpias y sofisticadas. Estas imágenes fueron tan icónicas que aún hoy siguen siendo un referente de elegancia.


La moda masculina
La moda masculina de los años 50 también se caracterizó por la sobriedad y la elegancia. Los trajes de dos o tres piezas se convirtieron en una prenda esencial del guardarropa masculino. Las chaquetas de corte recto y los pantalones con talle alto definieron una silueta clásica y refinada. Colores como el gris, el azul marino y el negro dominaron las pasarelas y las calles, siendo el esmoquin una opción popular para eventos formales.
Los hombres también empezaron a incorporar el look juvenil que popularizó el cantante Elvis Presley, con chaquetas de cuero y camisetas blancas, creando una estética rebelde que marcó una diferencia con el estilo más tradicional de las generaciones anteriores.